Esta frase de Carlyle no me parece muy afortunada. Un libro, como cualquier otro trabajo o proyecto, ya sea artístico, cultural o de cualquier otra índole, siempre puede decepcionar. Máxime si la publicidad ha creado muchas expectativas sobre aquél.
Así pues, he de afirmar que me han decepcionado unos pocos libros. No son muchos porque, salvo excepciones, leo un libro nuevo tras hacer muchas consultas y esperar recomendaciones de otros lectores afines, o directamente leo a colegas o a los grandes maestros desaparecidos.
Sin embargo, de vez en cuando se cae en el error de picar en el anzuelo publicitario de las grandes editoriales. Ahí es donde tropecé (hace ya bastantes años) con el premio planeta del año 1998, "Pequeñas Infamias", de Carmen Posadas, un libro soporífero, con buenas pretensiones, pero carente de ritmo. Nada que ver con la espléndida obra finalista "Pura vida", de José María Mendiluce.
En cualquier caso, el libro de Posadas me decepcionó. Qué lejos quedan los tiempos de Montalbán...
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