Reconozco haber sido durante varios años un contumaz detractor de Harry Potter. No estoy exento de prejuicios, y pese a que pretendo no establecer juicios de valor sobre textos que no he leído, me fue imposible no hacerlo teniendo en cuenta que ya hacía más de 30 años, Ursula K. Leguin (maestra indiscutible del género fantástico y de la ciencia ficción), ya ideó un colegio de magos en un paisaje fantástico en su saga de “Terramar” (concretamente, en su libro Un Mago de Terramar).
Con este argumento criticaba yo la obra de la señora J.K.Rowling, ya que aunque sus libros siempre me han parecido un paradigma muy positivo para demostrar que la literatura puede calar hondo entre los jóvenes de hoy en día, su falta de originalidad en cuanto a la idea principal de sus libros me llevó a permanecer escéptico en cuanto a su valía real y a considerarlo un producto más de mercado. Pero hoy confieso que me equivoqué. Es cierto que la premisa no es original, pero la forma de narrar me parece estupenda para un estilo juvenil. Lectura fresca, sencilla (que no simple) y muy entretenida, que incluso inculca valores morales sin ser forzados en ningún momento (no como en algunas seudonovelas contemporáneas, diseñadas únicamente desde un departamento de marketing).
Harry Potter vive con sus tíos, los Dursley, en el número 4 de Privet Drive, tras la trágica muerte de sus padres. Él no lo sabe, pero antes de que un gigantón llamado Hagrid le conduzca al colegio de magia de Hogwarts, ya es uno de los magos más reconocidos en un mundo paralelo al real.
Personajes con personalidades dispares, magia, amistad y aventuras a raudales, con pinceladas de misterio e incluso narraciones de un deporte curioso (los jugadores vuelan en sus escobas, como no podía ser de otra manera tratándose de brujas y magos). El estilo de la escritora te lleva en bandeja de principio a fin. He percibido también referencias a libros de otros autores del fantástico como Philip Pullman o C.S.Lewis. Pero, en cualquier caso, es una excelente novela infantil-juvenil.
Me he divertido con el primer libro del famoso Harry Potter, cuyo nombre eclipsa incluso el de la propia autora (solo al nombre, no a la cuenta bancaria), y ahora entiendo que los más jóvenes se hayan sentido subyugados por la historia (máxime si desconocían los libros de K. Leguin).
Con este argumento criticaba yo la obra de la señora J.K.Rowling, ya que aunque sus libros siempre me han parecido un paradigma muy positivo para demostrar que la literatura puede calar hondo entre los jóvenes de hoy en día, su falta de originalidad en cuanto a la idea principal de sus libros me llevó a permanecer escéptico en cuanto a su valía real y a considerarlo un producto más de mercado. Pero hoy confieso que me equivoqué. Es cierto que la premisa no es original, pero la forma de narrar me parece estupenda para un estilo juvenil. Lectura fresca, sencilla (que no simple) y muy entretenida, que incluso inculca valores morales sin ser forzados en ningún momento (no como en algunas seudonovelas contemporáneas, diseñadas únicamente desde un departamento de marketing).
Harry Potter vive con sus tíos, los Dursley, en el número 4 de Privet Drive, tras la trágica muerte de sus padres. Él no lo sabe, pero antes de que un gigantón llamado Hagrid le conduzca al colegio de magia de Hogwarts, ya es uno de los magos más reconocidos en un mundo paralelo al real.
Personajes con personalidades dispares, magia, amistad y aventuras a raudales, con pinceladas de misterio e incluso narraciones de un deporte curioso (los jugadores vuelan en sus escobas, como no podía ser de otra manera tratándose de brujas y magos). El estilo de la escritora te lleva en bandeja de principio a fin. He percibido también referencias a libros de otros autores del fantástico como Philip Pullman o C.S.Lewis. Pero, en cualquier caso, es una excelente novela infantil-juvenil.
Me he divertido con el primer libro del famoso Harry Potter, cuyo nombre eclipsa incluso el de la propia autora (solo al nombre, no a la cuenta bancaria), y ahora entiendo que los más jóvenes se hayan sentido subyugados por la historia (máxime si desconocían los libros de K. Leguin).
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